sábado, 11 de marzo de 2017

Diario de una investigación (VII): Semana del 6 al 10 de Marzo



Un mercader entre fardos, barriles, cartas y libros de cuentas (s. XVIII)

El día 6 de marzo buscando entre los protocolos de Gonzalo de Herrera, me encontré con el testamento del Cristóbal de Cazorla. No siempre leo los testamentos completos, pues son documentos largos y pesados, pero anoto los nombres, por si más adelante pudiesen ser de interés. En este caso el apellido Cazorla me llevó a su lectura pormenorizada. Efectivamente entre sus hijos aparece Pedro de Cazorla, de quien tengo bastantes documentos de ventas de cueros. En este documento muy poco se dice de él ya que era menor de edad y estaba aún bajo la tutela de su padre. El testador dejaba claro en una de las cláusulas su caracter mercantil; había fundado una compañía con tienda de paños junto con su hijo Rodrigo, al que dejaba una buena cantidad de bienes. Al leer los herederos me resultó de interés los yernos de Cristóbal de Cazorla: los escribanos de número Rodrigo de Baeza y Hernán Gutiérrez Crespo. Ya había consultado los protocolos de Rodrigo de Baeza y están llenos de documentos de mercaderes de cueros como – el ahora ya definido como su cuñado– Pedro de Cazorla. Tenía que ver los protocolos de Gutiérrez Crespo. Si hay algo claro en el mundo notarial es que entre los escribanos y sus clientes hay lazos de amistad, clientelismo, o incluso, como en este y otros casos, vínculos de sangre o al menos afinidad. Las relaciones familiares aparecen facilmente si realizamos una reconstrucción genealógica. En mi opinión, es fundamental conforme vamos localizando los actores de nuestra investigación, reconstruir sus familias. Esto es clave para los mercaderes donde los lazos entre compañías comerciales o redes mercantiles se confunden y casi siempre se crean dentro de la familia. De la reconstrucción genealógica como herramienta para estudios de Historia Social hablaré en una próxima entrada.

Volviendo a Cristóbal de Cazorla, entre otras cláusulas del testamento hacía referencia a un tal Luis Pérez "que murió en la tenería del solar". Aunque Cristóbal de Cazorla se definía como mercader de paños vemos que al igual que su hijo Pedro, tenía relaciones con el mundo del comercio del cuero. Escribiendo estas páginas del blog quería encontrar la clausula anterior en el testamento y al poner "tenería del solar" en la busqueda en mi archivo word del AHPJ, de pronto me he encontrado con un documento de 1595 que había regestado los primeros días de la investigación, cuando el tema del cuero y las tenerías no era mi interés principal. No sabía entonces de su capital importancia. Aquí la regesta:

Simón López de Madrigal vº Jaén, San Miguel recibe a renta de Antonio del Castillo como curador de don Fernando de Molina, menor, el molino de aceite que tiene en “la tenería del solar de su mayorazgo” por precio de 32@ de aceite y 1 cahiz de orujo  

Yo apunté este dato por el arrendamiento del molino de aceite, pero ahora veo que saca a la luz el dueño de una de las tenerías de Jaén a finales del siglo XVI, precisamente en dónde murió aquel Luis Pérez: don Fernando de Molina. Y no solo eso; formaba parte de un mayorazgo por lo que debió pertenecer a los Molina durante generaciones. Un consejo, apuntadlo todo, siempre que sea posible, al menos los nombres o una palabra clave, porque nunca se sabe si lo que estais viendo en ese momento, que os parece secundario, será fundamental para vuestra investigación futura. Efectivamente, como dice un amigo, bucear en los archivos, tiene mucho de detectivesco, por eso nos apasiona a los investigadores. Tengo que seguirle la pista a este don Fernando de Molina. Tendría su gracia que fuera de los de Úbeda, familia que llevo investigando desde hace tiempo.

Volviendo a Hernán Gutiérrez Crespo, cuñado de Pedro de Cazorla y yerno de Cristóbal, al pedir sus protocolos confirmé que tenía escrituras de su hermano político, pero no demasiadas. Lo miraría tranquilamente al día siguiente.

Después del archivo, antes de clase, me pasé por la biblioteca de la Universidad de Jaén para sacar un libro interesante para el comercio del cuero. El fin de semana pasado, intrigado por los cueros de Fregenal que se comercializaban en Jaén encontré en la base de datos dialnet unos pocos artículos y capítulos de libro sobre esta población extremeña en la Edad Moderna. En ellos se dejaba claro la importancia del sector del cuero frexnense desde época medieval:

El concejo de Fregenal

O la relación del humanista Arias Montano y otros judeoconversos con este sector:

Arias Montano

Aproveché para escribir un e-mail al autor del segundo artículo, Rafael Caso, para preguntarle por bibliografía sobre este asunto. Me recomendó amablemente algunos títulos y se interesó por mi investigación. Muchas veces es recomendable escribir a otros investigadores, sobre todo cuando son temas que se alejan espacialmente de nuestra investigación. Yo nunca habría ido a Fregenal para investigar los cueros importados por el mercader giennense López de Almagro, pero un mail puede dar mucho juego. Lo peor que puede pasar es que no te contesten, algo que tampoco tiene demasiada importancia. Ellos se lo pierden. Finalmente, el lunes, saqué el libro de la biblioteca y leí el interesante artículo de Caso sobre la economía de Fregenal en el siglo XVI. Este lugar estaba conectado comercialmente con La Mancha, Sevilla, Córdoba, Burgos, Portugal. Y ahora sabemos que también con Jaén. Al igual que la ciudad del Santo Reino los mercaderes del cuero eran judeoconversos en Fregenal. Sin duda este artículo me ayuda a tener una buena visión sobre el mundo del cuero a finales del siglo XVI.

El día 7 continué con Gutiérrez Crespo. El protocolo estaba lleno de arrendamientos de casas, un mercader de Granada llamado Juan Rodríguez vendiendo muchas mulas, algunas ventas de vino y un herrador, Simón Madrigal apoderando a un arriero, Gaspar Garcia, para que comprar herraduras en Toledo. Curiosamente el protocolo estaba compartido con el primer protocolo del escribano Pedro Núñez de Ayala, aquel que ya puntualizamos que tenía información sobre tintes y tintoreros. Con lo cual mataba dos pájaros de un tiro viendo tranquilamente el legajo.

El día 8 continué con el legajo compartido entre Hernán Gutiérrez Crespo y Pedro Núñez de Ayala, tras acabar con las escrituras del primero pasé a ver las del segundo. Núñez de Ayala tiene algunas escrituras interesantes. En una de ellas aparece un tal Álvaro de Toledo encargando al arriero Pedro Cano la compra de casi 300 kilogramos de alumbre en Almería. Este producto extraido de las minas de Rodalquilar actuaba como mordiente, es decir, facilitaba la fijación de los tintes a los paños. Estas minas almerienses contaron a finales del siglo XVI con capital  de inversores giennenses como bien se puede ver en este artículo de Antonio Muñoz Buendía

Los alumbres de Rodalquilar

Aunque es algo anterior al periodo de mi investigación, creo que merecerá la pena seguirles la pista a los mercaderes que se citan en dicho trabajo, algunos ya citados como Pedro de Almodóvar y otros como Tejerina, Montealegre o Castillo Milán en los protocolos de Diego Gutiérrez Milán. El alumbre era un producto fundamental en la industria pañera y tal vez me ayude a definir este sector, esta gran columna del Santo Reino.


El blanco alumbre de las minas de Rodalquilar

Otra figura interesante de esta escribanía es Juan Núñez de Ayala. Al mirar las fichas alfabéticas y los documentos ya encontrados en este protocolo se reflejaba una actividad propia de un notable mercader y fabricante de sedas. Poderes para comprar textiles flamencos –anascotes, holandas, lienzos–y bretones –ruanes y navales– en Sanlúcar de Barrameda; ventas de azafrán, compras de grana en Porcuna, de rubia –un mordiente– en Lorca, ventas de tejidos de seda en Jaén y Andújar. La referencia a su testamento aparecía en las fichas, pero tendría que dejarlo para el día siguiente. Se me había hecho tarde.

El día 9 de febrero me lancé a la lectura del testamento de Juan Núñez de Ayala. Bastante decepcionante. Casi ninguna referencia a su actividad mercantil y muchas líneas dedicadas a la fundación de un patronato para pobres vergonzantes. No es nada raro que los mercaderes, en los últimos años de su vida, dediquen buena parte de su hacienda en ennoblecerse a ellos y a sus descendientes por medio de mayorazgos, patronatos y otras formas de vinculación, olvidando u ocultando su pasado mercantil.  Por ejemplo, Núñez de Ayala había comprado la alcaidía de la cárcel de Carmona, oficio que legó a su hijo varón. Hablaré de su familia y la de los Cazorla, como ya dije, en una entrada próxima dedicada a la reconstrucción genealógica, pero puedo adelantar que Juan Núñez de Ayala era el padre del escribano ante el que otorgó el testamento: Pedro Núñez de Ayala.

Tras esto decidí pasar el resto de la mañana revisando el escribano más prometedor para la tercera línea de investigación –mercaderes extranjeros en Jaén y redes comerciales internacionales– de mi proyecto: Ruiz de Piédrola. Disfruté enormemente con la abundancia de documentos de mercaderes italianos –Daniel Quarteroni, Pelegro Mayolo, Agustín y Francisco Escalla– vendiendo a vecinos de Jaén papel y espadas genovesas, pastel lombardo, tinte fundamental para los paños locales, acero de Milán, etc. ¡Qué importantes fueron estas compañías italianas radicadas en Granada en el siglo XVI!

También me llamó la atención varias escrituras de la giennense Isabel de Olmedo, viuda de Juan García Domínguez. En una de ellas aparece vendiendo espadas de precio medio, conteras y tablas para vainas a un vecino de Torredonjimeno. En otra, da poder a Alonso de Arnedo –futuro hidalgo giennense a finales de siglo– para que la representase para cobrar deudas y en pleitos. Por último, apodera a Martín Hernández para que compre herrajes en diversos lugares. Entre los testigos de dichas escrituras aparecen el espadero Andrés de Fustedo y varios vascos avecindados en Jaén. ¿Sería esta señora la agente de alguna compañía vasca en la ciudad, usualmente especializadas en derivados del hierro? Le seguiré la pista.

Lo mejor de la mañana llegó con dos contratos realizados por cuatro arrieros murcianos de Totana obligándose de llevar 28 quintales –1.288 kilos– de sosa nueva y prima (carbonato sódico o Na2CO3) hasta la ciudad de Andújar a poder de un tal Cristóbal González de la Lobera. Nunca me había encontrado con un documento similar y eso que llevo tiempo investigando este tema. La sosa murciana y alicantina era obtenida de la combustión controlada de un tipo de plantas llamadas barrilla (Salsola soda, Salsola kali, Halogeton sativus) por los maestros barrilleros y resultaba ser el ingrediente fundamental para dos manufacturas de la época, el vidrio y el jabón. Sobre este particular tengo que terminar un artículo para finales de año centrado en el comercio de la barrilla entre el sureste español y el puerto de Livorno en Italia que se publicará, si todo va bien, en la revista de la University of California-Santa Barbara, e-humanista. Journal of Iberian Studies.

Andújar como Arjona y otros lugares del reino de Jaén eran conocidos por su producción de aceite, por lo que me incliné a pensar que, en Andújar, dicho producto se usaría junto con la sosa para hacer jabón en alguna almona o jabonería de la ciudad. El jabón se usaba como detergente para lavar la ropa, no tanto para la higiene personal como en la actualidad; utilizandose, sobre todo, para el desengrasado de los paños y, al parecer, en algunos lavaderos de lana. El jabón castellano tuvo bastante éxito comercial durante el siglo XVI, comercializándose en paises como Inglaterra donse se conocía –y se conoce– como castile soap o simplemente castile.

Pompas de jabón. J.S. Chardin. (s. XVIII)

Hay referencias a almonas en Sevilla, Sanlúcar de Barrameda, Guadalcanal,Almería, Granada, Alicante y Cartagena –controladas por mercaderes genoveses– y el jabón se exportaba a Francia, Inglaterra, como hemos visto, y a las Indias. Tras informarme un poco en internet, aunque no hay ningún trabajo específico, he confirmado que hubo cierta producción de jabón isturjitano durante la Edad Moderna y se conservan algunos pleitos en el ARChG al respecto. El jabón de Andújar, una nueva línea sobre la que seguir trabajando.



Fabricación del jabón en una almona de Aleppo (Siria) en la actualidad, suponemos que antes de la guerra. El jabón, resultado de mezclar en caliente el aceite de oliva y la sosa, se enfría en el suelo, mientras que se apila, ya cortado en pequeños bloques, en las paredes.

Hasta la próxima entrada!


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